No hay que ser materialista, pero sabemos que si hay una prenda a la que le tomamos cariño, sin duda es a las zapatillas. Unas fueron compañeras de mil batallas, otras un gran logro por ser la primera cosa “cara” que pude comprar sola, otras un objeto de admiración tan grande que ni siquiera eres capaz de usar y otras, un recuerdo de un deseo frustrado.
Por cierto este post también es una prueba.